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23.02.2022

Uniformes femeninos: ¿qué tipo de falda va mejor?

Ya sea como ropa de diario o como parte del vestuario laboral, las faldas son un indispensable en el armario de cualquier mujer.

Para el día a día, la única ley a seguir es el gusto personal, pero las faldas de trabajo para uniforme laboral deben cumplir principalmente con dos requisitos: ser apropiadas y cómodas. En este post te contamos todo lo que necesitas saber sobre qué tipos de faldas se aconsejan para el entorno laboral.

Cuál es el origen de la falda

Si investigamos un poco, vemos que la etimología del propio término “falda” ya nos da unas pistas sobre la evolución de esta prenda. Este vocablo proviene del alemán antiguo “faldan”, que significaba “pliegue”. Esto se debe a que, en invierno, los mantos cubrían hasta los pies para proteger del frío, pero durante el verano, se doblaban y se amarraban a la cintura.

Los primeros testimonios de este tipo de prendas se remontan a la prehistoria, cuando el ser humano sintió la necesidad de protegerse del tiempo y la intemperie, y quería cubrir su piel del frío. Las primeras prendas se fabricaban con la piel que extraía de los animales, pero con el paso del tiempo se fueron sofisticando.

Se tiene constancia de que las primeras civilizaciones siguieron haciendo uso de esta prenda, que en aquel de entonces era unisex y no exclusivo de las mujeres, como ocurre ahora.

Sin embargo, fueron los egipcios los que comenzaron a introducir cambios y a hacer distinciones de si se utilizaba por hombres o por mujeres: para ellas, llegaban hasta los pies, mientras que para los hombres debían estar por encima de la rodilla.

Con la época clásica, se prefirió el vestido talar, un traje largo que llegaba hasta los talones (de ahí su nombre). Esta prenda es utilizada a día de hoy por los clérigos, como indumentaria judicial o forense (abogados y jueces en los tribunales) y universitaria. Después, se dividió en dos, y se entendía por falda únicamente lo que iba de cintura a pies. 

En la Edad Media, las mujeres utilizaban la saya (el antecedente de la falda): eran faldas con pliegues que podían llegar a arrastrar. Fue popular hasta comienzos del siglo XIX. A partir de esta época, la falda comenzó a experimentar cambios: la cintura se subió hasta la altura del pecho, se ensanchó, su largo comenzó a oscilar…

Con el siglo XX y la década de los gloriosos años 20, la moda comenzó a ser algo más práctico y la falda, más fluctuante. Las faldas dejaron de arrastrarse, se volvieron cortas, largas, otra vez cortas, largas de nuevo y supercortas en los años 60. A partir de la década de los 70, los pantalones predominaron y coexistieron con faldas de todos los largos.

Vestuario laboral: ¿falda o pantalón?

Respecto al vestuario laboral femenino, tanto el pantalón como la falda son opciones válidas. Si bien en invierno se prefiere para el invierno y para aquellos trabajos en los que hay que permanecer en movimiento, ya que ofrecen más protección y resultan más cómodos.

Por su lado, el conjunto con falda luce más y resulta más práctico sin restar en estilo.

Falda en el entorno laboral

La falda en el entorno laboral

De acuerdo con un estudio elaborado por el departamento de Psicología de la Universidad de Hertfordshire, de Estados Unidos, las mujeres que visten este tipo de trajes son concebidas como más seguras y flexibles que las que visten un traje de pantalón. También transmiten mayor sensación de profesionalidad. 

La falda se utiliza en trabajos que no requieren mucho movimiento, especialmente de hostelería y restauración como metres, recepcionistas, azafatas, camareras, jefes de cocina, etc.

Respecto a los detalles de la falda, el largo es importante. No debe ser tan corta como una minifalda porque, además de ser poco cómoda para quien la viste, puede resultar demasiado poco formal.

En cuanto a los colores, se recomienda que sean neutros, ya que son apropiados para todo el año y lucen bien en cualquier situación. Negro, colores tierra, café, gris, crema, marrón, beige… también verdes oscuros o tonos pastel transmiten seriedad.

¿Cuántos tipos de faldas hay para trabajar?

Dentro de todos los tipos de faldas que se pueden utilizar en entornos laborales, las que más destacan suelen ser las siguientes:

  • Falda lápiz. Son las faldas más contemporáneas y versátiles, ya que combinan tanto con blusas como parte de un traje. Aceptan accesorios y lucen bien en todos los cuerpos.
  • Falda en forma de A. Este tipo de faldas están ajustadas en la cintura y se van holgando a medida que van cayendo, de ahí su nombre. De largo, por lo general suelen llegar hasta la rodilla o un poco más abajo.
  • Falda acampanada. Las faldas acampanadas quizá sean las menos comunes en entornos laborales, pero funciona muy bien en espacios menos formales. Es una prenda cómoda y casual.
  • Falda recta. Las faldas rectas son aquellas que tienen el mismo ancho desde la cintura hasta abajo. De largo, pueden llegar a cualquier altura: el tobillo, la rodilla o a mitad del muslo. Son muy prácticas para ir a la oficina, ya que la apertura facilita el movimiento. Dentro de estas, puedes encontrar falda recta con cintura y faldas rectas sin cintura: las primeras tienen una pequeña franja de tela en la parte superior que ayuda a estilizar la figura.
     

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